23 de julio de 2010

Vocablos


Ella leía. Mucho. Y de todo. Generalmente cuando alguien dice "de todo" se tiende a pensar que se está exagerando, como cuando le preguntas a una persona qué tipo de música escucha y ésta te dice "de todo", se duda, porque nadie puede gustar de absolutamente todo tipo de música o lectura. Ella sí, leía de todo. "Cualquier escrito merece una oportunidad", solía decir. Así, se pasaba de novelas de amor, a misterio; de non-fiction a fantasía; del best seller al clásico ya olvidado. Leía cuentos para niños, libros de recetas, instructivos...sólo bastaba con que tuviera letras.


Y gracias a esto poseía un vocabulario envidiable. Siempre encontraba el término preciso para cualquier cosa, sin caer en un tono grandilocuente. Podía definir todas y cada una de las palabras de un diccionario y aún así decía que día tras día descubría una nueva.
Sus amigos y familiares conocían su sabiduría y todos habían comprobado que hasta la palabra más rebuscada, ella la conocía.
Los niños buscaban términos complicados en los libros científicos y las anotaban en papelitos que luego llevaban hasta su casa para desafiarla. Y ella siempre sabía el significado. Siempre.




Un día estando ella en su casa, leyendo un artículo titulado "la importante relación entre el calzado de una persona y la dureza de sus uñas", llamó alguien a su puerta. Era un hombre alto y delgado, de cabello cano y postura encorvada. Le dijo que quería comprar su sabiduría.
-¿A qué se refiere?- Respondió ella, usando una de las expresiones que más le disgustaban en las novelas, junto con "lo siento, no hay nada que pueda hacer", que en su correcto lenguaje, carecía de sentido debido a la doble negación.



-Deseo comprar su sabiduría-respondió el hombre - Yo le pagaré lo que usted considere justo, a cambio recibo su erudición de letras.
Se lo pensó durante días. De verdad le vendría de maravilla el dinero. Podría pagar sus deudas, viajar, conocer otras culturas, comprar libros...¡Comprar libros!







¿Podría partir de cero? ¿Aprender todas las palabras otra vez? Formar tan preciado y extenso vocabulario le había tomado años y cientos y cientos de libros, revistas, poemas y otras lecturas.
Pero asi como lo había aprendido una vez, podía hacerlo de nuevo, se decía.
Se acabaría el placer de saborear cada palabra de las definiciones que les daba a los niños ante sus pruebas.

Ya no sería más un diccionario andante.




Finalmente, el capitalismo fue más fuerte y accedió a la oferta. Pero lo que el hombre no sabía era que la mujer había sido cauta: hizo una copia de su conocimiento antes de venderlo. Una copia que sacaría apenas tuviera el dinero en las manos.











Cuando el hombre se fue, dejándola millonaria y carente desabiduría, ella se dirigió al armario donde cuidadosamente había dejado sus conocimientos la noche anterior, pero cuando abrió la puerta, se encontró con que éstos no estaban.



Entonces se dio cuenta de su error: no sólo había vendido su sabiduría, sino la oportunidad de recuperarla, pues no hay conocmiento como el auténtico y cualquier imitación es efímera e inservible.
Entonces se dio cuenta también de que ella a su vez, desaparecía, pues no quedaba nada de su esencia sin sus queridas letras.







Y se fue

Hermosos dibujos hechos por Marifer (:

¡Lindo trabajo en conjunto!

22 de julio de 2010

Un regalo

Pájaros Prohibidos

Los presos políticos uruguayos no pueden hablar sin permiso, silbar, sonreír, cantar, caminar rápido sin saludar a otro preso. Tampoco pueden dibujar ni recibir dibujos de mujeres embarazadas, parejas, mariposas, estrellas ni pájaros.
Didasko López, maestro de escuela, torturado y preso por tener ideas ideológicas, recibe un domingo la visita de su hija Milay, de cinco años.
La hija le trae un dibujo de pájaros. Los censores se lo rompen a la entrada de la cárcel.
Al domingo siguiente, Milay le trae un dibujo de árboles. Los árboles no están prohibidos y el dibujo pasa.
Didasko le elogia la obra y le pregunta por los circulitos de colores que aparecen en las copas de los árboles, muchos pequeños círculos entre las ramas:
- ¿Son naranjas? ¿Qué frutas son?
La niña lo hace callar:
-Ssshhh...
Y en secreto le explica:
-Bobo ¿No ves que son ojos? Los ojos de los pájaros que te traje a escondidas.

Eduardo Galeano



No suelo subir cosas no-mías. Pero alguien me dijo que había que compartir la literatura :D

18 de julio de 2010

Profesionales frustrados


Qué onda la gente que se cree especialista. En serio (Decidí escribir sobre esto luego de hablar del tema con una amiga, me pareció entretenido).

Y es que, de verdad, por qué ese afán de las personas de pretender ser expertas en alguna materia. En algunas áreas es más recurrente que en otras, claro.

Una de las más frecuentadas es la medicina: más de alguna vez habrán visto u oído a alguien dárselas de médico diciendo "mmm...se ve grave eso. Parece una contusión" o mejor aún "ponte hielo...podría producirse un hematoma" (linda palabra para decir moretón) . Debo confesar que me encanta, me encanta preguntarle a alguien que dice tener algún dolor "¿es un dolor punzante o constante?". Claro, me responden y hasta ahí llega mi papel, pues nunca sé que más decir. Pero muchas veces he visto gente común y corriente dar diagnósticos y recetar medicamentos basado en experiencias de amigos de amigos ("¡al pololo de mi vecina le pasó eso!").

Estuve pensando y creo que se debe mucho a la vieja escuela de la gente. Esa tradición antigua, media de campo, de la hierbita esta y el ungüentito aquello, que se pasaban como dato, de boca en boca, por generaciones. Supongo que se quedó un poco adherido al esquema mental del colectivo, dándoles el placer de sentirse médicos durante unos segundos. Después de todo, decirle a alguien que se tome dos aspirinas y se vaya a dormir no está mal, no?

Eso sí, esto se explica sólo cuando hablamos de médicos frustrados. Pero ¿qué hay de otras áreas? Porque, como dije antes, esto de creerse especialista se da en más de una materia.

Tenemos en Chile personas que durante un día pasan de abogados -"Deberías tomar acciones legales, estás en tu derecho"- , a mecánicos - "probablemente es el fusible"- ; de músicos -"me parece que la estructura de sus canciones es demasiado básica"- a meterorólogos "estos vientos...debe ser por 'la niña' ". Y así sucesivamente.

Creo que a las personas les gusta ser vistas como cultas y universales. Tener ese momento pequeño pero significativo en sus inconscientes en que se sienten más sabios que la persona con quien hablan, más importantes tal vez. Quizá no lo sé y es fundamental para el autoestima (ya lo ven, sin darme cuenta, me las di de sicóloga) .

4 de julio de 2010

Biografía


Que extraño debe ser para la gente que trabaja haciendo biografías. Biógrafos, les llaman. Porque siempre he escuchado que uno debe escribir su propia historia (léase películas, novelas, poemas, enseñanzas de madre, etc) . En cambio aquellos que tienen vidas especialmente interesantes, contratan a alguien más para que la escriba y los biógrafos deben acudir e investigar todo lo que puedan sobre tal o cual sujeto que le está pagando por ayudarlo a mostrarle a todo el mundo lo geniales que son.

Como hoy, que vi la biografía de Dustin Hoffman en un canal especialmente dedicado a contar la vida de las personas. Me llamó la atención, porque aparecían muchos hombres y mujeres que hablaban de lo que el susodicho había hecho y logrado mientras que éste debe haber hablado unas tres veces durante el programa. ¿por qué los amigos, tíos, primos, managers, padres o quien sea que lo haya conocido a uno son más apropiados para contar nuestra vida que uno mismo? Llevado a un ejemplo cotidiano, cuando te ocurre una anécdota y la termina contando tu amigo o amiga, que sólo estaba de testigo. A veces hasta la cuenta mejor que tú. ¡¿ por qué?!

Es verdad: para tener un poco más de panorama al respecto debemos consultar todos los puntos de vista posibles. La gente que nos rodea observa y recuerda, pero de distinta forma. Así que para contar mejor una historia debemos conocerla en todo sentido y eso implica testigos. Es mejor eso que alguien hablando de sí mismo durante todo un libro o los cuarenta y cinco minutos que dura un programa de televisión.

Me pregunto también si, en caso de tener diario de vida, el que contrata al biógrafo le permitirá leerlo para su investigación (son fines profesionales, al fin y al cabo). No puedo opinar al respecto, pues yo no tengo uno (ni biógrafo ni diario).